jueves, 27 de septiembre de 2007

Papeles viejos


"A veces llamamos a este valle “el fin del mundo”, pues se sitúa muy por encima de los altiplanos de la Tierra y no puede concluir sino en lo extraterrestre, a lo inhumano que roza el cielo, al cono pulido del gigante."
Annemarie Schwarzenbach


El verano pasado, por algún motivo que ya no recuerdo- por que en general me vuelco a la prosa siempre que algo me rompe en pedazos- comencé con el proyecto de una novela ágil a terminar en pocos meses. La idea la tuve hace unos años, cuando vi un documental en I-Sat sobre una banda de punk-rock de lesbianas desnudistas. Quise entonces escribir la historia de cinco mujeres que conviven en una casona de San Miguel, todo muy amor libre, con historias pesadas detrás. Cada capítulo iba a tener como prefacio un parrafito de “Muerte en Persia” de Annemarie Schwarzenbach. La primera parte de la novela estaría compuesta por la historia de cada una (sus nombres iban a ser colores: Lila, Azul, Violeta…) y un número cualquiera de escenas desordenadas. La segunda parte sería más bien la edición del documental, la ordenación de las partes dentro de la obra, la puesta a punto del caos narrativo. Si mi imaginación trabaja por imágenes, el proyecto parecía funcionar. Recuerdo algunas “pinturas” que no llegué a escribir, como aquella mujer desnuda que fumaba un cigarrillo a medianoche, tirada sobre una pelopincho viejísima. También recuerdo que pretendía hablar sobre el amor, o la posibilidad del amor, en un espacio marcado por orgías y voyeurismo. En fin: solamente escribí 3000 y pico de palabras antes de pasar a cualquier otra cosa.
Arriba el extracto de Annemarie al primer capítulo; abajo algunos pedacitos de lo que no terminaré jamás:

I

(...) Lila se acariciaba mirando el techo. Si hubiese podido ver ese ojo crispado, con las pequeñas venitas que surcaban el iris como ríos de hormigas, ese ojo en la cerradura, espiando, quizá se hubiese levantado, como hizo después, cuando escuchó moverse la manivela de la puerta con una especie de crujido quemado. Era Julián, el fotógrafo pecoso y alto, con el armatoste negro colgándole del pecho. Se quedó erecto, mirando como ella se levantaba, mientras imaginaba la bombacha blanca que asomaba su pico, la bombachita, y bebió un trago largo de cerveza para después apretujar el vaso de plástico y tirarlo contra el suelo. Así retumbó el vaso, como una piedra de plástico blanco que caía desde muy arriba. Recién entonces vio que la otra se estaba secando en la ducha y pegó medio vuelta, un poco a las puteadas, y vino al dormitorio donde yo transcribía esas anotaciones que iba acumulando en los bolsillos de los jeans, vino y me contó como la nena lila se masturbaba en el baño, con la falda abajo, y la bombachita, claro, todo eso que lo tenía con el pene parado, a punto de explotar.
Yo seguí escribiendo. Julián se tiro en la cama tapándose el rostro con la almohada. Seguía escribiendo cuando, dos horas después, el tipo comenzó a roncar.

II

(...) pero había algo en su cara construido a partir de un absurdo: la sonrisa, el lento devenir de su cuerpo tembleque, ese conjunto de gestos que competen las pestañas, las cejas, la piel de un ojo un momento antes del pestañeo. Esas cosas. Simples. Que esperan que alguien las mire para suceder con algún sentido. Aunque tal vez lo esencial será que nadie las note, que sencillamente sean y toda su estructura, su esencia, es derribada cuando pretendemos darle cohesión a la sonrisa de lila, sus silencios, eso que ya he dicho un poco más arriba. Ella decía que no. Que no podía haber nada de absurdo en sus formas. Mucho menos de siniestro. Pero nadie hablo de siniestro. Alguien dijo siniestro. No fui yo. Después, ya con el grabador y el block de notas, un poco más lejos Julián y sus fotografías, lila me contó como había llegado a conocer a verde, a azul, a la chica gris y a la gorda.
Más tarde, cruzada de piernas, como si pretendiera ahuyentar cualquier pregunta, me dijo que los peces eran en realidad grises y no tenían párpados, o por lo menos eso le parecía.

4 comentarios:

Ivanna Peti Umansky dijo...

Qué lindo! me gusta! adelante con el proyecto!! y, como yo también suelo ver la vida en imágenes, mientras te leía creí ver imágenes de marcos lopez, muy pop. Además, debo confesar que me sentí inspirada a pintar algo de lo tu relato (yo pinto, claro) obvio, con tu permiso.
Beso!

Mariana dijo...

Y también quiero conocer a azul, ahora..

Martín dijo...

Gracias mari por pasarte, en una de esas algún día, quizás azul deje de ser personaje en potencia!

Wonder: también pintora? El permiso existe, claro: después me dirás que fue lo que te inspiró...

Ivanna Peti Umansky dijo...

Es lindo leerte como para que actualices tan poco!! Compartinos más!!