domingo, 28 de septiembre de 2008

Método




Hace un tiempo que estoy practicando literatura (bah, párrafos que apenas se aproximan al formato cuento) a partir de imágenes. En general utilizo fotos de mi familia pero también otras que no necesariamente tienen que ver conmigo, es decir, fotos que me generan un pulso creativo, quizá con mi pasado o que entusiasman a ese órgano curioso que es la imaginación. Creo que es otra manera de la intertextualidad, en este caso visual. Sé que hay escritores que trabajan su propio ritmo a través de la música. Hace poco leí una nota que salió en la revista Llegás! en la cual Fernanda Nicolini comentaba el proyecto de cuatro poetas argentinos que estaban traduciendo canciones de Joy Division. Para esto, escuchaban los discos de la banda para sentir el flujo de la poesía de Ian Curtis. Ahí si, porqué estaríamos explorando los límites entre la canción y el verso, verificando hasta que punto un gran tema, una vez traspasado de un formato a otro, pude ser o no un buen poema. Sin contar el drama de la traducción o la búsqueda del ritmo interno o la estética misma. Ahí sí. El asunto es que tengo muchas ganas de ver los resultados. Pero conmigo eso no va: suelo corregir una y otra vez párrafos muy cortitos de texto, porque una de las cosas que me mueven es la estética de la prosa, el ritmo interno, esa especie de sonido mental (no me gusta leer en voz alta: odio mi propia voz y siento que eso desarticula el texto) sonido mental que se vería desfasado si escribiera bajo el influjo de una melodía cualquiera. Por eso las fotografías suelen brindar un interesante puntapié. Creo que esto comenzó a partir de un cruce de mails con Natalia Moret, quien me chusmeaba su idea - a partir de las posibilidades de un taller literario- de trabajar con películas, fotos y pinturas. Generar chispazos. Superar el bloqueo ante la nada. Estuve pensando también en pedirle a Maia que deje por un rato sus fotos de insectos para apresar las estaciones de ferrocarril que van desde Moreno a Caballito. Si es posible, el interior de los vagones, algunos detalles. Ojala que podamos hacerlo.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Dulce domingo

martes, 23 de septiembre de 2008

El pulmón vacilante


Entonces hago girar los paneles y aparece la voz de Lucas gritando que me apure. Mi cuerpo lo veo desde afuera, primero desde la posición de Lucas y después, como si yo fuera parte del metegol o un pedazo de suelo, me veo llegar desde abajo, un pie que hace sombra, que casi me pisa. Yo juego atrás y cada tanto meto unos bombazos bárbaros desde el palote despintado que hace de arquero. Mi táctica es poner a los cuatro defensores en degradé, permitiendo un tiro dificilísimo y colocando al arquero tapando el único espacio libre por donde podría meterse la pelota. Soy bueno jugando atrás. No me sobra técnica pero tengo mis mañas. Tampoco hablo mucho ni canchereo cuando ganamos...
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viernes, 19 de septiembre de 2008

Primavera cordobesa

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Santa Teresita


Nos cubrimos de cremita solar

todos los poros

con un amor de madre que se esparce

desde la nariz hasta el pecho

todos los refugios ínfimos

cada felpa del cutis

para no caer

en orificios de leche.

martes, 16 de septiembre de 2008

Contratapa Universitaria


Alrededor de un año atrás comenzaron a llegarme boletines de la Facultad de Ciencias Sociales: noticias, decisiones del consejo, marchas, fechas de asamblea, talleres para el armado de tesis, congresos sobre periodismo y otras yerbas. En realidad, antes de comenzar con Letras, cursé dos materias de Ciencias de la comunicación: antropologia cultural e historia media social general. Lo que no explica, claro, de donde sacaron mi cuenta de mail. Lo que cuelgo abajo son las palabras de Pablo Alabarces , docente de Sociales:


(...)

"Doy clase en aulas espantosas, sin calefacción ni ventilación; los techos no se caen, pero pareciera que podrían hacerlo; no se pueden nombrar nuevos profesores, porque no les pagarían –todavía hay varios que no lo han conseguido jamás–; hemos armado un posgrado de lujo, entre gratis y muy barato, pero no recibimos un solo peso para solventarlo y así hacerlo gratuito, como es en Brasil, sin ir más lejos; los empleados administrativos ganan miserias y son muchos menos de los necesarios –y puedo afirmar, porque dirijo hace casi cinco años una oficina universitaria, que no se trata de ñoquis ni de nada por el estilo–. Los compañeros y compañeras que trabajan conmigo en la cátedra arañan los $600 mensuales, y se matan para dar clases espléndidas, dignas de admiración y respeto por sus estudiantes (que los adoran). Pero lo deben hacer muchas veces y en muchos lados, para así armar sueldos decentes.


Y a pesar de todo eso, la UBA sigue siendo la segunda o tercera universidad de América Latina y una de las más prestigiosas del mundo, la que produce un porcentaje abrumador de toda la ciencia argentina. Un verdadero milagro, que el esfuerzo de las sucesivas autoridades políticas por desfinanciarla no ha conseguido destruir. El milagro consiste en el orgullo tenaz de saberse parte de una tradición democrática inaudita: somos el único país del continente donde un hijo de las clases populares podía llegar a doctorarse en su universidad pública, gratuita y cogobernada. Una tradición democrática que tiene las dificultades propias de la lucha política –que la vuelven conflictiva, pero también más democrática que varias provincias sofocadas por el feudalismo–; y una tradición de autonomía que también garantiza que la producción científica sea minuciosamente independiente, solo deudora del rigor científico –pongámoslo así: ni le pedimos permiso a Clarín, ni le debemos pleitesía al PJ o a Macri–.

Con poca plata –las cifras necesarias son ridículas para el superávit fiscal y la recaudación impositiva– todos los problemas se resuelven. La movilización de docentes y estudiantes garantiza que nadie se la robe: será necesariamente plata bien usada. La pregunta del millón es, entonces, si la universidad pública, uno de los grandes orgullos de este país, le importa algo a este Gobierno. Y a toda la sociedad, que critica los paros y las marchas hasta que llega el día de la graduación de sus hijos e hijas. Ese día, entonces sí, se emocionan recordando al abuelo analfabeto.
"

Pablo Alabarces

lunes, 15 de septiembre de 2008

Pliegues desplegables


La pequeña edición de autor que en su versión definitiva estará, el próximo finde, en la feria del libro cordobesa. Gracias a Romina y a todo el aparato desplegable por la invitación!

viernes, 12 de septiembre de 2008

Downtown train




Descubrí la obra de Tom Waits a través de la película Cigarros, de Paul Auster. Este tema (uno de mis preferidos) matiza esa pequeñísima y casi olvidable escena en que William Hurt llega a la fiesta donde el personaje de Harvey Keitel bailotea con un vaso de cerveza en la mano. Impresionante, por otra parte, como se mueve Waits en este video.

martes, 9 de septiembre de 2008

Lectura




lunes, 8 de septiembre de 2008

Una pelota cuesta abajo


Esa vez clavé la mirada

en el bajo envuelto en niebla
y me quedé un rato largo
colgado de eso verde y blanco
hasta que se me humedeció
el pelo. Después me di vuelta
para encarar la subida.

Ahora a veces me hago
el loco, pierdo el corazón,
me quedo callado con
la vista clavada en un punto sólido,
hasta que me saca una puteada:
se me cae el cigarrillo,
el cenicero, los pensamientos se desparraman
en el piso de tierra,
en la alfombra...
entonces vuelvo
para hacer un comentario,
para tranquilizar a mis queridos.

Pero sé quien soy, lo sé, cierro
los puños, me revuelco,
me arrastro, rompo un plato, un libro.
No puedo parar el llanto de una mujer,
no puedo parar de llorar,
nunca tuve huevos,
estoy triste ¿Cómo anda la cosa
por ahí? ¿Estás bien? Te quiero mucho.

Quisiera quedarme tranquilo, preparar
el mate, llamar por teléfono, no pensar,
no despabilarme, son órdenes:

levanto la vista
miro el cielorraso
cuento los pisos de los edificios las ventanas
la cantidad de gente en una esquina
en un piquete
en un colectivo
28 sentados
22 parados
el chofer.

Y me pica el cuero,
me molestan los mosquitos,
los bichitos colorados,
el zumbido de los semáforos
para ciegos,
el olor a pasto,

con el primer rocío
me dicen hola
feliz cumpleaños y me besan.
Entonces bajo la vista
para mirarme el café con leche,
el olor a ropa nueva.

Me gusta pensar que soy
una pelota cuesta
abajo en una calle de tierra
en una mañana fresca y clara.
Me cuesta pensar que soy un pensamiento.

Damián Rios

jueves, 4 de septiembre de 2008

Pasión por lo real

Leonardo Oyola, sobre su novela Chamamé:

Yo me hice tatuar el título en el pecho al empezar. Me decía, si todos los días me levanto y veo eso en el pecho, no quiero tener que explicar algún día: "No, iba a ser el título de una novela pero quedó en nada". Fue jurarme que la terminaba.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

fotografías



lunes, 1 de septiembre de 2008

Flopa


El viernes fui a escuchar a una de mis cantantes-compositoras preferidas en la UNLAM. Recorrer los pasillos de la Universidad de la Matanza (que parece salida de esas películas que traman la vida de los universitarios yanquis) es un golpecito al corazón: en Puán, acostumbrados al caos, convivimos en aulas saturadas donde muchas veces hay que sentarse en el suelo, baños desastrosos en los cuales, por suerte, ahora hay papel pasa secarse las manos, ascensores clausurados, desorden, cortes de luz y amenazas de bomba. Por lo menos lo que corresponde a cuestiones edilicias y administrativas (¡nunca académicas!) todo en la UNLAM parece rozar la perfección; una especie de sosiego, de calma o de brillo, nada de desesperación obse, todo limpio, enorme, blanco, casi hermoso en su prolijidad. Pero quizá esto mismo es lo que genera desconfianza. Por otro lado, además de la costumbre, le he tomado cariño al edificio de Filo-Letras. Pero quiero hablar de música, o de ella, que estaba resfriada y quizá no del mejor humor. Tocó siete u ocho temas, la mayoría de su último y fresquito disco: “Emoción Homicida”. Lo que empañó un poco el set fue el público: demasiados sub-18 que parecieron caer por aburrimiento y murmuraban al terminar cada tema. Es difícil: por un lado chistar pidiendo silencio, por otro, lastima y bronca, todo en su justo medida. El saldo fue reprimir continuamente las ganas de mandar a los nenes a la mierda o salir del auditorio. Pero bueno, lo lindo es escucharla a Flopa, ver como se le enmaraña el flequillo cuando sacude la cabeza, cuando agita y el cabello se le pegotea entre los anteojos y el micrófono. Por un lado tiene las manos ocupadas en la criolla y no puede quitárselo de la cara, pero también me parece que le encanta tocar así, con los mechones transpirados que no la dejan ver, mechones que le dan un aire punk. Después de ella tocó Coiffeur, un pibe que no conocía y me recontra sorprendió: sus canciones tienen una llaneza conmovedora, además es un gran vocalista: fragmenta los tiempos, corta palabras, me recordó un poco a José González. A las doce y pico, después de darle un beso a Flopa y felicitarla por su música, rumbie para casa. Arriba lo que es obvio: foto del set, con flecha violeta sobre mi nuca. Abajo: la letra de una de mis canciones preferidas.


Abandoná:

abandoná tu carga
fijate, todo está apoyado sobre el suelo
y hacé el lugar que haga falta
en vez de armarte una valija de viajero
para llevar lo que vale menos que su peso

así las cosas fueron hechas para ser tenidas
hechas para ser dejadas

no hay que perder la calma
si empantanados en la suerte nos encuentra
la soledad es un ancla
tan hondo se ha clavado a dormir en el lecho
no hay que olvidar
que no hay forma de vivir sin amar

así las cosas fueron hechas para ser tenidas
hechas para ser dejadas