martes, 16 de septiembre de 2008

Contratapa Universitaria


Alrededor de un año atrás comenzaron a llegarme boletines de la Facultad de Ciencias Sociales: noticias, decisiones del consejo, marchas, fechas de asamblea, talleres para el armado de tesis, congresos sobre periodismo y otras yerbas. En realidad, antes de comenzar con Letras, cursé dos materias de Ciencias de la comunicación: antropologia cultural e historia media social general. Lo que no explica, claro, de donde sacaron mi cuenta de mail. Lo que cuelgo abajo son las palabras de Pablo Alabarces , docente de Sociales:


(...)

"Doy clase en aulas espantosas, sin calefacción ni ventilación; los techos no se caen, pero pareciera que podrían hacerlo; no se pueden nombrar nuevos profesores, porque no les pagarían –todavía hay varios que no lo han conseguido jamás–; hemos armado un posgrado de lujo, entre gratis y muy barato, pero no recibimos un solo peso para solventarlo y así hacerlo gratuito, como es en Brasil, sin ir más lejos; los empleados administrativos ganan miserias y son muchos menos de los necesarios –y puedo afirmar, porque dirijo hace casi cinco años una oficina universitaria, que no se trata de ñoquis ni de nada por el estilo–. Los compañeros y compañeras que trabajan conmigo en la cátedra arañan los $600 mensuales, y se matan para dar clases espléndidas, dignas de admiración y respeto por sus estudiantes (que los adoran). Pero lo deben hacer muchas veces y en muchos lados, para así armar sueldos decentes.


Y a pesar de todo eso, la UBA sigue siendo la segunda o tercera universidad de América Latina y una de las más prestigiosas del mundo, la que produce un porcentaje abrumador de toda la ciencia argentina. Un verdadero milagro, que el esfuerzo de las sucesivas autoridades políticas por desfinanciarla no ha conseguido destruir. El milagro consiste en el orgullo tenaz de saberse parte de una tradición democrática inaudita: somos el único país del continente donde un hijo de las clases populares podía llegar a doctorarse en su universidad pública, gratuita y cogobernada. Una tradición democrática que tiene las dificultades propias de la lucha política –que la vuelven conflictiva, pero también más democrática que varias provincias sofocadas por el feudalismo–; y una tradición de autonomía que también garantiza que la producción científica sea minuciosamente independiente, solo deudora del rigor científico –pongámoslo así: ni le pedimos permiso a Clarín, ni le debemos pleitesía al PJ o a Macri–.

Con poca plata –las cifras necesarias son ridículas para el superávit fiscal y la recaudación impositiva– todos los problemas se resuelven. La movilización de docentes y estudiantes garantiza que nadie se la robe: será necesariamente plata bien usada. La pregunta del millón es, entonces, si la universidad pública, uno de los grandes orgullos de este país, le importa algo a este Gobierno. Y a toda la sociedad, que critica los paros y las marchas hasta que llega el día de la graduación de sus hijos e hijas. Ese día, entonces sí, se emocionan recordando al abuelo analfabeto.
"

Pablo Alabarces

2 comentarios:

Eliana dijo...

En la Facultad de Comunicación de La Plata, leí algo de Pablo Alabarces sobre "lo popular".
Beso!

...tal vez no sea el mismo Pablo.....

MaríaCv dijo...

jajaja... a mí también mails de la Facultad de Ciencia Sociales de la UBA invaden mi correo, y suele llegar hasta más de una vez el mismo boletín, con los colorcitos en el encabezado de los rubros... chiste aparte/ yo creo que el profesor universitario tiene aún algo de utopía y mucho de pasión, por eso sigue, porque nada cambia y sin embargo siguen intentando. A la facultad pública la sostienen también los ad honorem, q no se les paga ni un peso. Muchos deben en algun momento pensar otra opción, para sotenerse, o se van o se cansan. Conozco casos. Muy interesante artículo, está bueno divulgarlo y abrir debate. Un saludo, maría