martes, 12 de mayo de 2009

Uno


Cuando me preguntan por mi abuelo Chiche me llegan dos sensaciones: miedo y asco. Chiche, ahora, a los setenta y pico, con dos dedos menos en la mano izquierda (culpa de una pésima maniobra con la sierra de la carnicería) y no se cuantas internaciones, es un ñoqui del gobierno provincial. El otro día lo ví caminando desde la parada del 96, en la esquina de Varela y Avenida de Mayo. Tardó diez minutos en andar cuadra y media. Daba lastima el viejo. De chico, me acuerdo, me agarraba la pija cada vez que lo saludaba. Él solía congelarse frente al televisor 14 pulgadas mirando las carreras del TC, todos los domingos, sentado en una silla de plástico con un almohadón debajo del culo. Al acercarme, me preguntaba si había conseguido, nunca supe, hasta años después, de que me hablaba; era entonces cuando me tanteaba el bulto y me apretaba con fuerza, hasta que comenzaba a doblarme. Después de eso, volvía nuevamente al hipnótico abandono de las carreras. Cuando mis viejos se iban asomando (siempre, por algún motivo, guardaban distancia entre nosotros y mi abuelo) aprovechaba y me escabullia hacia la cocina, esperando los ravioles de seso que cocinaba Olinda. Por aquellos años también estaban mis primas, quizás después hable de ellas, en especial de la mayor, Cinthia, que ahora está internada en un loquero. Hace unos días mi vieja me contó que solo le permiten visitas los miércoles, una horita, no más de dos o tres personas, que hay una lista de espera y eso, simplemente. Pero no son más que mi abuela, mi tío y la hermana, es decir mi otra prima, los que van seguido a verla. A veces pregunto como anda y me cuentan cosas sueltas y exageradas, peleas familiares y cuestiones de la tenencia. Escucho chismes, cosas que pueden o no ser verdaderas. En el jardín de esa casa, ponele, antes de que construyeran un dos plantas de puro hormigón, había un gallinero que lo recuerdo siempre cubierto de barro, a mi me daba asco meterme y solía ser el último en jugar a arrinconar a las gallinas. También se criaban palomas en esa casa: un día comimos paloma al tuco y solo me queda un olor desagradable, un tirarnos luego al sol, con la panza repleta, como esquimales un poco ciegos y achinados.


7 comentarios:

perra de agua dijo...

vas, bien pibe, muy bien así!

Emiliano dijo...

ugh?! la cinthia que yo conozco??

Shalena Mitcher dijo...

Me gusta eso de que te vayas por las ramas. De a poco llegás cada vez más alto.

Luisa Ballentine dijo...

Y conseguiste?

eterno sindrome pre menstrual dijo...

te fuiste martín
jaja

pero me gustó leerte

beso!
v

Martín dijo...

Gracie perri!!

Mmm, no se que decir mettini, es pasar demasiada data viste?

Eso Male!! Seguimos creciendo decis?

Otro mmm Luisa, largo el mmm

Adonde me fui V? Sigo acá!! Bueno, no se, quizá esto es parte de un timonazo a este bló, veremos si lo hundimos o no. Beso!!

木村拓哉kimura dijo...
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