Me estoy bajando del subte cuando lo veo a Pablito Salvat. Lo reconozco en seguida: está igual, con una cresta abominable creciendo del pelo, un poco flacucho, con unos lentes de marco negro- de esos que empezaron a usar los estudiantes de cine post Albertina Carri- que parecen antiparras. Pienso en meterme dentro del vagón hasta que Pablo termine de llegar a la escalera. A punto de dar media vuelta siento que Salvat me reconoce. Los dos ponemos cara grande de sorpresa (la suya un poquito más genuina) y nos abrazamos como si nos quisiéramos un montón. Le pregunto adonde va, mientras una troupe interminable de brazos y piernas nos va empujando hasta el borde del andén. “Hasta Directorio, a la casa de mi novia”. “Te acompaño, voy hasta la facultad, no me queda tan lejos” le digo. Mientras caminamos hablamos un poco de la secundaria, me pregunta por los chicos, a quienes veo, a quienes no. Pablito cuenta que vivió en España dos años y volvió hace cuatro o cinco meses. Trabajó con un tío y conoció a una gallega llamada Fernanda que se vino con él a la Argentina y ahora estudia periodismo en una privada de Flores. También pasó unos meses jugando de lateral derecho en un club de tercera de la ciudad de Zaragoza: “me pagaban unos manguitos” me dice muy contento. Cuando me pregunta por mis cosas le respondo lo mismo que les digo a todos.
Una cuadra antes de Directorio le digo que se me está haciendo tarde. Nos saludamos sin tanto abrazo y quedamos en vernos un día de estos. Camino para el lado de la facultad y después de una o dos cuadras pego la vuelta. En la esquina me choco con un pibito que va dejando propagandas de supermercado chino debajo de las puertas. Vuelvo a Primera Junta, resoplando. Bajo las escaleras y en la ventanilla pido dos cupones para el cine. Lo digo bien bajito: me da vergüenza que me escuchen los de atrás.
Arriba doy unas vueltas por los puestos de libros, mirando con pocas ganas de llevarme nada. Me prendo un cigarrillo y camino hasta la parada del 55.
Espero un buen rato, el bondi no viene, en verdad hace mucho frío.
Una cuadra antes de Directorio le digo que se me está haciendo tarde. Nos saludamos sin tanto abrazo y quedamos en vernos un día de estos. Camino para el lado de la facultad y después de una o dos cuadras pego la vuelta. En la esquina me choco con un pibito que va dejando propagandas de supermercado chino debajo de las puertas. Vuelvo a Primera Junta, resoplando. Bajo las escaleras y en la ventanilla pido dos cupones para el cine. Lo digo bien bajito: me da vergüenza que me escuchen los de atrás.
Arriba doy unas vueltas por los puestos de libros, mirando con pocas ganas de llevarme nada. Me prendo un cigarrillo y camino hasta la parada del 55.
Espero un buen rato, el bondi no viene, en verdad hace mucho frío.
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