jueves, 20 de noviembre de 2008

Solos II


En estos últimos años Tonga chupaba casi una botella de Fernet por día. Dormía muy poco y nunca le noté el pedo, quizá hablaba menos, se envolvía debajo de su piel y pensaba, era como si lo único que le quedara era su pasado y la bebida. Desde que murió abuela, hace ya cuatro años, le cocina mamá. Tonga no tenía amigos, vivía encerrado. Me doy cuenta que hablo de él como si estuviera muerto. Pensar en estas cosas me hace crecer la sed, pero pensar en algo afloja un poco las puntadas, aquieta la respiración, me concentro en una cosa cualquiera y me calmo. Me fijo en donde estoy. El viento trae algo de lluvia y un gato pasa arando delante mío. Siento un dolor poco hegemónico en el pecho.


Extracto de "Solos y de noche"

4 comentarios:

Eliana dijo...

Que triste ahogarse en nuestro ser interior. Y peor aún volverse dependiente de la bebida o de cualquier sustancia sólo para sentir un poco de alivio en medio de tanta tristeza.

Corina Margarita dijo...

Esto:

"Siento un dolor poco hegemónico en el pecho."

hermosamente dicho.
Se siente en el medio del ser.

abrazos!

Martín dijo...

Justo eso que me mencionás me dejo contento Corina. Ahora mismo voy a felicitarte, linguistruda!!!

Gracias Eliana por tus palabras!!

Viviana dijo...

Primero me pregunté si "El Tonga" es (¿era?) real o imaginario. De inmediato me dije: -¡Chau..! Eso soy yo. Poco más o poco menos. Debe ser realmente triste para quienes hacen el entorno de alguien así. Sumergida bajo mi propia piel en el pasado. Casi no se me nota ya el estupor. Pero nadie me cocina y eso es una favorable diferencia (entre otras). Sin embargo me vi retratada allí, esperando que los matices no sean tan oscuros... aaah... mierda... cómo dolió eso, ché. La imagen sugerida por tus letras: ¡Impecable!