El propio Oesterheld tenía un taller gráfico debajo de la cancha de Huracán. En la superficie bullían las gradas, las tribunas de concreto, los miles de quemeros que los fines de semana alentaban a su equipo, literalmente bajo tierra, Germán ideaba sus personajes. Era un lugar chiquito, sucio, con muebles que parecían caerse a pedazos, aceite y grasa. Una tarde en que entró sin avisar un tipo de jean completamente desconocido, Germán y Atilio se asustaron. El tipo les preguntó que hacían ahí. Historietas, dijo Oesterheld. Ah, murmuró, pegando media vuelta, como si hacer comics en el subsuelo de una cancha de fútbol, al lado de las calderas, fuera la cosa más normal del mundo.
1 comentario:
Cosas peores se han visto...
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