martes, 16 de junio de 2009

El pulmón vacilante (versión deluxe)


Entonces hago girar los paneles y aparece la voz de Lucas gritando que me apure. Mi cuerpo lo veo desde afuera, primero desde la posición de Lucas y después, como si fuera parte del metegol o un pedazo de suelo, me veo llegar desde abajo, un bulto enorme que, en todas direcciones, se preocupa por hacerme sombra. Tardo un rato en distinguir: yo estoy jugando atrás y cada tanto meto unos bombazos bárbaros desde el palote despintado que hace de arquero. Mi táctica es colocar a los cuatro defensores en degradé permitiendo un tiro dificilísimo, con el arquero tapando el único espacio libre por donde podría meterse la pelota. Soy bueno jugando atrás. No me sobra técnica pero tengo mis mañas. Tampoco hablo mucho ni canchereo cuando ganamos. Alguien golpea con el puño y un movimiento sísmico desparrama la pelota. Sonidos. Gol. Giselle camina a lo lejos con la ropa de gimnasia, tiene un culo bárbaro que parece hincharse por los lompas de jogging. Cuando sueño con Giselle me despierto cansado de tanto soñar con Giselle. Un sol redondo refleja su brillo en la cancha de metal. Va a oscurecer dentro de mucho. Los paneles giran y me mareo un toque en sus trompos, en las caras que aparecen a través de las ondas de choque. De pronto todo se detiene. Se coagula y se hace costra una imagen: es el día de la primavera y caemos los cinco pibes con una damajuana de seis litros. Decimos contentos que venimos con dama y que es puto el que no toma un trago largo. Sos un puto negro. El Tino no es puto porque manda. Nos tiramos en el pasto, cerca de las chicas, las chicas se me acercan por que soy amigo de Lucas y de los otros. Las chicas me saludan con un beso en la mejilla. Cada tanto me alcanzan sus vasitos de plástico y me piden que les sirva el vino dulce que garpamos quince mangos entre todos. La vida es barata y parece linda. Yo tomo directamente de la botella: levanto la damajuana desde el césped, haciendo fuerza con la muñeca y los bíceps y hundo la boca en el líquido que, sin darme cuenta, comienza a chorrear hasta ensuciarme el buzo. Alguien dice pasame el cardigan y pienso de donde surgió eso, de donde vino o cómo alguien, el día de la primavera, le dice cardigan a un suéter. Cuando las chicas me llaman Chino yo me despierto. Alguien pregunta, a los gritos, si es cierto que los orientales tienen la pija corta y todos comienzan a reír. Yo les digo nada que ver, que me la agarren si quieren, y tanteo, otra vez, la damajuana, el envoltorio gordo y hermoso de vino. Pero de nuevo me dan ganas de volver y hacer girar los paneles, antes que todo se deshaga, antes que me sea imposible rellenar de imagen y olor y nombres a este vértigo. Lucas está parado a mi lado, no se bien en donde, y una chica de ojos grandísimos lo toma de la mano y lo saca a bailar. Antes tomamos cerveza y tinto con la banda, en el cuartucho del Tino, pasábamos la jarrita plateada, un sorbo cada uno y la cumbia moviendo el techo y las luces. En el boliche me pierdo, me escondo en los rincones para que nadie me vea solo. Lo voy buscando a Lucas con la mirada, siempre baila o salta porque los jóvenes se la pasan bailando y saltando. Con un scanner me voy a hacer una copia de mi mismo, me voy a guardar en un cajón, cuando pasen los años sabré donde encontrarme.


2 comentarios:

Shalena Mitcher dijo...

Epa! cambió bocha... o no? es como esas cosas que cambian mucho pero uno no sabe bien por qué: Te cortaste el pelo? no. te teñiste? no. algo te hiciste. no.

mmm

algo le hiciste.

Martín dijo...

Algo le hice piba, le emprolijé el pelo y quizá, algunas extensiones ¿no? jeje