Vía la page de Calamaro, llego a la cueva del hornero (tremendo blog amueblado con montones de grabaciones extrañas y demás joyitas de Andrés) y me cruzo con una versión del “Novio del olvido” plasmada durante la gira de Dylan por España, donde el señor de los pelos de lechuga ofició de telonero. Acá las palabras- generosas y poéticas- de Andrés después del encuentro:
“El áspero Bob, el amargo, también es dulce, es cálido, estrena una sonrisa para mí: lo alarmante es que eligió a otro canalla (...). Hoy le cambio veinte años menos por dos ojos azules que no sirven para ver más allá de nuestras gloriosas narices (...). No hizo falta ni pensarlo y los dos estábamos hablando como dos locos con cosas en común, algunos llaman a eso Amistad. Cosas como ¿tocás en más conciertos de la gira?, o ¡qué guitarras las de hoy, jefe!, o muy buena la de Elvis. Como si hiciera falta hablar (...). Será por eso que se hacen realidad los sueños que no me atrevo a soñar por no dormir. Nunca duermo, estoy seguro de que no fue una excepción. El desapareció a la vista de todos y yo me quedé a saludar a los músicos, mis compañeros. Estoy en el Hotel, es tarde, y los ojos se me vuelven azules. Podría tener veinte años más y no me daría cuenta. En alguna parte, El tiene veinte años menos". (AC Diario 16)
Pd: Recuerdo una entrevista de finales de los noventa, etapa verborragica y pre-salmón, esa época en que Calamaro vivía en pose “gurú del rock en español”. A.C se subía a una limusina y ahí empezaba el tiroteo verbal (esto seguramente estaba ocurriendo en Madrid). Cuando llegó el tema Bob, dijo: “El tiempo es una cosa muy extraña, en una de esas fui yo quien influenció a Dylan”. Después de dos segundos de mudez, Calamaro soltaba una risita picara.
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