viernes, 18 de enero de 2008

Birmania- Alejandro Rubio

Una línea blanca que divide.

Una sola línea que marca el límite

entre el cansancio y la vitalidad.

La cruzás. Y ella te cruza.

Te cruza la nariz y la cabeza.

Y te la divide en dos.

Y una línea más en cuatro.

Y otra más en ocho. Dieciséis.

Treinta y dos. Los pedazos se van cayendo.

Y vos duro

como si nada.

(Sigue acá)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Líneas cruzadas, blancas como un jardín de nieve. Qué recuerdos, tanto tiempo sin cruzarte línea mía, nuestra... Queridos amigos diría, cuándo, cuándo volver a cruzar la línea, dejarse cruzar por ella ¿ Te acordás hermano? Que tiempos aquellos...