domingo, 6 de julio de 2008
viernes, 4 de julio de 2008
La prensa
Lo que golpeaba el vidrio de la ventana era una especie de frío seco, inútil. A menos que esos golpes sirvieran para pulsar las horas que pasaba echado, ruidos como ráfagas de cansancio, empujoncitos que hacían temblar el cenicero de madera sobre la panza, enrulado por bucles de ceniza.
Encima del escritorio estaba la foto que miraba de costado, quizá por que le venía una sensación curiosa de que la foto se estaba moviendo, o más bien que algo de ella estaba viva y también lo miraba a él. Lo que no sería extraño, por que la piba que aparecía de frente a un balneario de Villa Gesell lo estaba abrazando. Y encima se dejaba tocar el culo. No se si a él, tirado y fumando en la cama, pero también a él, vestido con unas bermudas azules hasta la rodilla, en cueros, medianamente bronceado. Lo que también podía suceder es que tuviera que revisar, a cada rato, que él mismo no desapareciera de la playa. O que ella no se fuera, como definitivamente pasó, pero mucho después de esa fotografía detrás del balneario y unos días antes de que el pibe de la foto se tirara a fumar y a escuchar un viento que no se sabe si golpea o se imagina. En eso se avivó que le picaba el cuerpo. Se sentía triste. Primero, agarrando el cenicero para que no se vuelque, estiró un pie, hizo apoyo en el suelo y se enderezó. Abrió la parte de atrás del marco y puso la foto boca arriba. Después le vino la idea, dijo ya está, creyendo que eso mismo que iba a hacer solucionaría todo su drama. Casi con timidez metió mano y todo sucedió con cierta brutalidad fantástica: a la fuerza la agarró de los pelos, la fue retirando de la playa, de las olas, a pesar de los pataleos y los gritos a través del papel fotográfico. Un brazo gigantesco que tapaba el sol. Finalmente puso el cuerpo de Camila sobre la mesa. “Ahora si que no te podés rajar a ningún lado” gritó, cerrando más y mas la mano hasta formar un puño.
miércoles, 2 de julio de 2008
martes, 1 de julio de 2008
lunes, 30 de junio de 2008
El río en el folk
"Las metamorfosis siguieron, hasta el día de hoy. Hay quienes llegan a afirmar incluso que lo que hace Dylan hoy es free jazz. Da la impresión, por lo pronto, de que en lo albores de los años sesentas el discurso de Dylan, su música, estuvo tan cargado de contenido, un contenido que sirvió para tantos fines específicos y concretos, que hoy se volvió todo forma. Una forma que muta, imposible de apresar, que muchas veces no satisface pero que siempre parece mostrarnos que en realidad, lo que está tocando hoy, lo vamos a metabolizar recién mañana"
Valeria Meiller y Mauro Libertella
Los que dan vueltas seguido por este blog habrán notado que la figura de Dylan es bastante recurrente. Varios de los que estuvimos en marzo pasado en el Amalfitani sentimos esta forma por momentos indescifrable, llena de agua (a su manera un río con decenas de brazos que se confunden): un nuevo sonido construido a partir de retazos y deformaciones de lo anterior. Pero no todos podemos expresarlo con la belleza y la claridad de la dupla Valeria Meiller- Mauro Libertella. Hace poco leí, en un blog o en un foro, algo bastante extraordinario. Alguien decía: “La versión cabaretera de Blowin´in the wind fue una de las cosas mas hermosas que escuché en mi vida”. Retomo: empezando por Dylan, pasando por Waits y Nick Cave hasta Neil Young, buscando el pulso del río en el folk acá, en el último número del Interpretador.
En contra de los viajes imaginarios
viernes, 27 de junio de 2008
jueves, 26 de junio de 2008
Soñé que me llevaban por los pasillos de un hospital inmenso, todo gris, dos camilleros con bigotes que se reían de cualquier cosa. Cada tanto yo me apretaba el estómago y aullaba, pedía algo para el dolor. Entramos en un ascensor muy angosto, con un espejo chiquito que reflejaba las espaldas de los dos tipos. Me di cuenta que, debajo del delantal blanco, traían puesto una camiseta de Boca. Les pregunté que me iban a hacer. Uno señaló a un loco que se acercaba, me abrió la camisa y con cara de interrumpir a alguien, me dijo que me iban a cortar la panza. “De acá a acá, completita nene”. Quise saber si me iba a doler pero ya sentía el escalpelo en la piel y comencé a descender, muy lentamente, en una oscuridad sin brillos, sin nada, de un dolor que parecía otra cosa.
miércoles, 25 de junio de 2008
lunes, 23 de junio de 2008
Lauchita vuelve para quedarse
"Ahora que lo pienso, una cosa extraña son las manos. La del viejo parece un gato hecho ovillo. Esos gatos que no buscan mimos, que no buscan más que un rincón solitario para echarse a dormir y comida en el plato. La del pibe es más bien como un pájaro volando alrededor. Algo abierto, desenfrenado, vivo. Me pregunto cómo serán mis manos, pero me cuesta trabajo identificarlas. Le tendría que preguntar a mamá, pero a ella no le interesan estas cosas. Hablando de ella, hoy no ha querido sacar al Laucha, dice que está meando sangre, que le da asco. Sencillamente no quiere. Yo no lo pienso sacar. No bajaría a la calle por nada del mundo. Ni siquiera por el Laucha"
El cuento completo, acá.
lunes, 16 de junio de 2008
viernes, 13 de junio de 2008
Saber mirar
“La vida es en colores, pero el blanco y negro es más real”
Wim Wenders
jueves, 12 de junio de 2008
Leer de noche
En Frenesí, de José María Brindisi, Mauro corre desnudo por las calles de Buenos Aires: los días se vuelven insoportablemente largos, no duerme, se asfixia en el loft, la ansiedad es tal que fuma cinco atados por día. Brindisi pone en boca de Mauro una sensación terrible: la de ir tan rápido que hasta se pueden pisotear las sombras. Cierro el libro y no solo descubro que Mauro se convierte en mi amigo Hernán, sino que, desde hace casi media hora, Hernán es Mauro y viceversa: Hernán haciendo tallercitos de artesanías todas las mañanas en el Hospital Italiano, Hernán chupando como un alcohólico, Hernán medicado, Hernán balbuceando la formación del Independiente campeón del ´94, Hernán llegando a mi cumple semidormido, peinado como Brando en el Padrino, Hernán diciéndome, aquella vez hace casi un año, que la botella Ser de la heladera representaba la esperanza y la ilusión de todos nosotros: yo, él, los chicos. Todo esto empezó hace mucho, no se sabe bien como, es más, todo empezó con algo que en realidad nunca pasó: Hernán todavía sigue convencido que la noche del delirio nos juntamos a tomar unas cervezas. Es decir: en el curso razonable de las cosas, deberíamos haber estado en cualquier bar de Ramos, tomando hasta reventar. Hasta Hernán cree en esta versión. Yo y el resto sabemos que algo del orden de lo desconocido metió el culo.
Todavía no terminé el libro de Brindisi: Mauro está internado en el Borda y se presiente que, en las páginas que restan, van a sobrevenir cosas peores. La novela es genial pero se me está haciendo bastante dura. La otra historia, la de Hernán, la nuestra, está en un impasse, como una especie de línea recta que puede subir, caer, o seguir tristemente igual por mucho mucho tiempo.
domingo, 8 de junio de 2008
Pez

Hay una escena maravillosa de Big Fish en que Billy Crudup está limpiando las hojas de la pileta cuando cree ver (y todos vemos) la sombra de un pez gordinflón traspasando el agua. Ese es el momento en que la experiencia fantástica se cruza con lo real, el instante en que la historia se permite el salto, cuando lo ajeno comienza a intercalarse por ósmosis. También es un punto de inflexión a nivel narrativo: los dos órdenes comienzan a confluir, a mezclarse, y es esto lo que posibilita, mucho después, el cambio de roles. Billy comprende que hay una tensión, que algo del padre empieza a fluir en si mismo. Existe otra certeza: todas las pistas que necesita para reconstruir la vida de Edward están camufladas dentro de la propia invención, todo lo que a simple vista parece un pastiche de mitómano tiene como inicio la ansiedad del propio Edward Bloom, su necesidad de movimiento, aquella otra mujer perdida y olvidada en el pueblito de Spectre. El otro punto de inflexión en la relación entre Billy y Edward es la bellísima escena del hospital, cuando Cudrup tiene que cerrar la historia que el otro ya no puede contar: el último cuento, el de la muerte que se vuelve hermosa.
Se me ocurrieron siempre muchísimas lecturas para esta película, quizá por eso Big Fish se me ha hecho carne y es uno de mis films preferidos, a pesar de que Burton ha hecho pelis, a nivel estético, bastante mejores. Pienso que Big Fish no es solamente el diario de un viaje, sino acaso una especie de viaje de iniciación imaginario: el momento en que el viejo guru acredita a su sucesor. Inevitablemente pienso en las enseñanzas de Don Juan a Castaneda. Como en otra película aparecida el mismo año (Las invasiones bárbaras, la que narra dilemas parecidos entre padre e hijo desde una óptica más realista, intelectualoide y snob) el hijo entiende, demasiado tarde tal vez (como siempre siempre siempre) la voz de su viejo.
Me entusiasman muchas cosas al respecto: recuerdo las palabras de Tinianov, quién decía que la literatura suele saltearse una generación. Es probable que no sea problema de la literatura (ni tampoco del arte) sino de valoración y juicio de lo otro, de la figura paterna, dolorosamente cercana. También pienso en el proceso de reconvertir la experiencia en otra cosa, el eslabón que da pie desde lo sucedido a la invención. Como decía Hemingway, toda historia es al fin autobiográfica, aún, como el caso de Big Fish, la más inverosímil.
martes, 3 de junio de 2008
Peregrina
Chico mira camperas en la avenida Rivadavia
con chica de la mano, las de jean con corderito
vaya y pase, las otras están carísimas. En eso
una mariposa con alas como bombines
de un color entre amarillo y violeta
sobre su brazo. Primero la sopla y después
tan linda, la toma de las alas con los dedos
y la suelta en el piso. Ella gime con su fuego herido
postrada entre rondas de cerámica, la calma con que
se ha dejado caer
su ritual callado y sin deseo. Chico
siente los dedos brillantes
estela vegetal y pegajosa
le ve las alas crucificadas
la nervadura plegada sobre si misma
de la mariposa queriendo volar. Aplastala
dice chica
aplastala por favor.
domingo, 1 de junio de 2008
viernes, 30 de mayo de 2008
Arte y pico
1- La campeona de nado
2- Chica ciclista
3- Los estantes vacios
4- Escribe en el aire
5- Corvino
6- Vive en Tijuana
7- Entenderse no es fácil
miércoles, 28 de mayo de 2008
El trencito de la felicidad
martes, 27 de mayo de 2008
Recomiendo
La obra Bengala, los viernes en el IFT. La cosa es así: un boxeador que se va quedando sin cuerda, ex campeón y borracho, en un monologo extraordinario.
El laburo actoral (porque no físico) de Néstor Navarría es sorprendente: si el texto y la puesta proponen una decantación de la identidad con altísimas dosis de belleza (música, iluminación, etc) creo que el mismo espíritu del box (que ya ha generado películas y literatura de altísima calidad) y Navarría le brindan esa cosita épica, ese transpirar palabras en golpes, el impasse lúdico que también funciona como una ventanita a la experiencia. Una hermosura que vale la pena.
domingo, 25 de mayo de 2008
Análisis tardío
Sé bien, sé bien que estoy en el fondo de la fosa;
que todo aquello que toco ya lo he tocado;
que soy prisionero de un interés indecente;
que cada convalecencia es una recaída;
que las aguas están estancadas y todo tiene sabor a viejo;
que también el humorismo forma parte del bloque inamovible;
que no hago otra cosa que reducir lo nuevo a lo antiguo;
que no intento todavía reconocer quién soy;
que he perdido hasta la antigua paciencia de orfebre;
que la vejez hace resaltar por impaciencia sólo las miserias;
que no saldré nunca de aquí por más que sonría;
que doy vueltas de un lado a otro por la tierra como una bestia
[enjaulada;
que de tantas cuerdas que tengo he terminado por tirar de una sola;
que me gusta embarrarme porque el barro es materia pobre
[y por lo tanto pura;
que adoro la luz sólo si no ofrece esperanza.
Pier Paolo Pasolini
viernes, 23 de mayo de 2008
Chevallier
Un texto bastante viejo que acabo de encontrar: creo que por ese entonces, preparaba o repensaba un viaje a Córdoba.
jueves, 22 de mayo de 2008
El remisero llorón
Hace uno o dos sábados me tomé un remis hasta el centro de Ramos. Así conocí al remisero llorón: un gordito treintañero, de barba pelirroja, que iba escuchando la radio de Jesse James. Hablamos dos o tres pavadas: me preguntó para donde salía y un par de cosas sobre un barcito que clausuraron hace poco por San Justo. Promediando el viaje empezó a sonar un temita de la santa Gilda. El gordo subió el volumen y manoteo un pucho. Me acuerdo que por la secundaria tenía una preceptora muy linda con la que bailé un rato con esta canción. El remisero iba tarareando y en un momento me di cuenta, no se bien como, que estaba haciendo fuerza para no largarse a llorar. Antes de bajar me dijo “¿Que querés? Esta canción me hace mierda”.
miércoles, 14 de mayo de 2008
Perro

Las patas musculosas del galgo saboreando la tierra
la vista fija en un señuelo que no comprende
su lengua es un juguete rojo
que sobresale en la cara moteada. Da un giro
sorprendente en el vértice
un pibe, acodado a la baranda, le pregunta a otro
quien va ganando. Toda la asfixia del perro
como si quisiera migrar hacia la noche
saldar en esta tarde todas las hambrunas
mientras busca adelantar al número ocho.
Dale, Dale, Dale
corré puto corré
que nuestras vidas acá se enrriedan
ganes o pierdas
tu cintura es invisible y yo quisiera
al verte, cuanto quisiera
celebrar chamuscado de cansancio
sonso y orejudo
el fracaso de haber vencido a mis oponentes.
martes, 13 de mayo de 2008
viernes, 9 de mayo de 2008
De casorio

Ayer uno de los chicos me mostró esta foto. El tiempo, en estos casos, se mueve superpuesto, a un ritmo de cinco o seis simultaneidades por minuto. Fines de marzo, casa quinta para el lado de José C Paz, enjambres de mosquitos merodeando el cuello. Los cinco, después de transpirar el pedo con el bailongo y el inefable carnaval carioca, haciendo tambalear un tobogán no permitido para mayores de quince. Me acuerdo que esos zapatos y la camisa oscura fueron un préstamo de mi viejo: lo único que tenía- y sigo teniendo- son los leñadores que usaba para la secundaria. Después de eso, algunas imágenes: Paula semidormida en el baño de hombres, mientras su hijito Martín pataleaba sobre la verja de la pileta; dos mozas que, al finale, rejuntaban todos los culitos de las botellas de vino y metían el líquido en una nueva, para después meterle a presión el corcho; la vuelta a casa en el 306, conmigo dormitando, la ventana abierta al tope y la música de Los Ramones a todo-lo-que-da. Nos preguntamos quién será el próximo. Aquellos que no se sacan la corbata después de tres o cuatro horas de casorio, son los que vienen más asentados en el asunto.
martes, 6 de mayo de 2008
domingo, 4 de mayo de 2008
Revelación
en el trance de una noche cualquiera
diciendo que extrañabas el pasto
el trepar a los árboles
la humedad de un aliento de perro.
Venís y te adueñás de las cosas
como si tu ausencia no hubiera existido:
retozás en la tierra
en el aire
en el tiempo.
Todo te pertenece
decís
por cortesía de tragedia.
La memoria de los ojos
atraganta el misterio.
Y yo no sé si contarte
que tu muerte es una casa de horneros
sobre el nogal de un campo en venta.
Melina Cavalieri
miércoles, 30 de abril de 2008
Para terminar abril bailando free dance
domingo, 27 de abril de 2008
Gelman
Bien, en esa biblioteca se gestó lo que se dio en llamar La Bienvenida del Regreso a Juan Gelman. Después de pelear unas semanas con el secretario de cultura de Alfonsín, conseguimos que nos cedieran el teatro San Martín. Como nos vimos desbordados por la convocatoria, llegaban pibes de todo el país, el PC (algún día habrá que reconocerles que en materia de cultura son unos verdaderos revolucionarios) nos prestó una vieja casona en la calle Guardia Vieja para alojar a la gente que llegaba del interior y que no tenían donde parar. Además (y hablando de guardia vieja) nos facilitó unos cuantos monos bien musculosos para custodia personal de Gelman. Recuerden que por aquellos años el aparato de la SIDE no estaba del todo desmantelado; y a Gelman se la tenían jurada los milicos y, por si fuera poco, también la cúpula de montoneros. Sintetizando, Gelman regresó al país después de muchos años de exilio. El acto resultó todo un éxito, metimos más de 1500 personas. Imagínense 1500 personas escuchando un recital de poesía (surrealismo puro) El mismo Gelman no salía de su asombro. Terminado el recital, Juan había prometido que pasaría por la casona de Guardia Vieja para tener un encuentro personal con los jóvenes. Nosotros teníamos dispuestos dos coches en la puerta del teatro (con toda la monada del PC) para llevarlo directo a la casona. Cuando le dijimos al tipo, nos sacó cagando. Uds están en pedo si se piensan que después de tantos años sin respirar el aire de bs as me van a llevar en coche y encima custodiado por el PC. Pero Juan… Nada, no hubo caso. Y tampoco me hagan seguir por los coches, déjenme caminar solo. Y así fue. Nosotros, cagados hasta las patas, estábamos esperando en la puerta cuando vemos aparecer una sombra que venía caminando con las manos en los bolsillos y silbando un tango. Se quedó como hasta las cuatro de la mañana chupando mate y vino del pico de una damajuana porque no teníamos ni vasos.
Y, lógicamente, se fue caminando solito y medio en pedo.
Néstor Colón
jueves, 24 de abril de 2008
El arte del reencuentro
"Ahora me pregunto si contarte mi historia sirve para algo, si esta bien que sirva o que yo me lo pregunte. Dicen que T.S.E. escribía para olvidarse de que sentía, eso es muy anglosajón. O al menos uno se hace la idea de que lo anglosajón es así, frío. Está la anécdota de T.S.E. y su mujer, Vivienne. Viste que la pobre mina menstruaba cada tres días o algo así, bueno la chabona entró a descontrolar y el bueno de Tom se separó y nunca más la quiso ver. Yo no sé, pero creo que a la mina incluso la internaron, bueno, la internaron y la mina en un momento salió y lo entro a perseguir por todo el mundo. T.S. había ordenado a los amigos comunes que estaba absolutamente prohibido darle a ella información acerca de dónde vivía o cosas así. Tal vez estaba muy preocupado por terminar los Cuartetos. Si es así, yo se lo agradezco, perdón Vivienne. Pero lo cierto es que la mina un día lo encuentra, en una conferencia. Se entera y lo va a buscar, no sé donde. Termina la conferencia y ella lo encara, Oh, Tom, le dice, y abre los brazos y él estira su mano y responde, encantado de conocerla, Thomas Stearns Eliot".