martes, 22 de abril de 2008

Poema Heavy

Cascara:

cubrir de maíz a la paloma
toneladas de maíz sobre el lomo
de la pobre inmunda
pico de lata {marzo es eso y no otra cosa}
pero continúo

...

todos mis compañeros trepaban más alto que yo
{cáscara de árbol}
maíz sobre ellos y sobre sus casas.


Leandro Jauregui

(www.pulpadetodo.blogspot.com)

domingo, 20 de abril de 2008

El pasado (no es solo de Alan Pauls)

Encontré una foto tuya detrás de un almanaque muy viejo, estaba casi amarilla y en realidad me sorprendió, primero verte, darme cuenta que parecías mas vieja cuanto menos años tenías (¿veinte? ¿veintiuno?) en tu propia casa, amargada y con una sonrisa que me traía cronologías incompletas. Me acordé de una frase de Adorno (“… la Historia irrita al hombre moderno, así el pasado se torna para él en objeto de ira”) pero no es ira lo que siento, ni miedo, solo ganas de echarme en la ventana, haber aprendido a tocar la guitarra o el piano, ganas de pasarme la tarde entera mirando películas de terror. Pero hay otra cosa en un rincón, un lente pequeño, una especie de microscopio al pasado: mi viejo viste una campera de cuero y todavía tiene pelo, parece otoño, todo está tan oscuro y silencioso, no hay nadie cerca y del otro lado, en la parte derecha, mi madre. Mi madre contenta, luminosa y con el flequillo sobre los ojos. Eso debe ser un circo de provincia, pobretón, con payasos venidos a menos, desganados ante tal ausencia de público. Entre medio algo que parece obvio: un chico, de unos cinco o seis años, mirando la cámara con desconocimiento brutal de ese otro que, casi veinte años después, intenta imitar esas mismas muecas cegadas.

martes, 15 de abril de 2008

Pehuajo


Cuando me siento muy solo empiezo a caminar
calculo cuantos pasos
hasta la cocina, el jardín, ida y vuelta
las escaleras, después la terraza
tres veces
90 pisadas
tal vez menos. ¿Por que no puedo quedarme quieto
como un cieguito espantado?

lunes, 14 de abril de 2008

Spirit on the water (vivo)

Hace ya un mes que Bob me rompió la cabeza en Velez. Este tema tiene un nosequé fascinante: tal vez sea el ritmo cansino que funciona como soporte a la voz de Dylan o la poética de un tipo que, a los 66 años, pide que alguien le ponga un poco de azúcar en los huesos. Atenti a la cadencia y a los gestos del viejo cowboy.

Sábado

Me gusta la chica de los aparatos, me gusta como me mira, como me presta atención y sonríe cuando digo algo. Cuando pasa al revés, lo de siempre: el instante en que la estructura se viene abajo y ya no sé si mirarle los ojos, la boca, o qué. Después, me doy vuelta para escuchar el comentario de otro sobre una película de Antonioni y la siento ahí atrás, mirando al balcón o al que habla, pero no, mi nuca, mi espalda, el vaso de vino que vuelco sobre un sueter blanco (el tinto no sale más y me estoy riendo). Afuera, el frío me hace sentir algo que acabo de escribir en otro post: una latencia que se toma vacaciones cada seis meses: pienso que en Europa está avanzada la primavera y eso me entristece. También me acuerdo de algo que leí sobre Kurt Cobain: usaba un montón de remeras, una arriba de la otra, para no parecer tan flaco. Yo también parezco más grandote en invierno.

miércoles, 9 de abril de 2008

Cartas (maravillosas)

De César Mermet a Félix della Paollera, en agosto de 1965:

“...¿Sabes que ando como entre dos tiempos, caminando por la calle?, ¿que ando soñando, como extático, como distraído hacia lo hondo, como olvidado y en plena memoria, en el seno de la memoria... como en pleno deslumbramiento del único recuerdo importante, como ciego y vidente, como flotando y pesado, ligero y denso, ambulante y rectilíneo, deambulando y clavándome en un punto al que soy lanzado como una flecha...?”

“Sé decirte que quisiera morirme en medio de una última experiencia como ésta, que es duro seguir viviendo con la perspectiva de caer a la ridícula mentira del tiempo puro. Mentira. Sartre miente. Ahora lo sé de cierto. No vivimos o no deberíamos vivir, o no es nuestro destino vivir en el tiempo. Sino en un filo de navaja, en un borde, en un cruce, en una intersección del tiempo y la eternidad. Eso es lo que siempre supo el poeta, que amó en lo único su unicidad y su universalidad, su singularidad y su esencia total, participante de todo. Y la condición temporal, limitada, efímera, y a la vez la inexplicable eternidad de seres y cosas, que se revela con cierta mirada. Y es con la condición de que sepamos mirar de esa manera que la moral se cumple, que la caridad tiene lugar, que el poema nace, que la vida es justa, que la comunicación existe, que el arte es verdadero, que la creatura se salva... Y privado de esa visión, se pierde. Penosamente se pierde. Y el infierno es el tiempo. Caer a condición de condena y sujeción del tiempo y del espacio...”

lunes, 7 de abril de 2008

Festival Espacios Comunes


Espacios Comunes es un proyecto gestado por y para Argentina y Chile, con el fin primero de promover el encuentro cultural entre ambos países y divulgar el trabajo realizado por compañías de estas naciones, además de textos iberoamericanos de diversas poéticas y estilos.
El festival tiene como propuesta eje abordar textos de dramaturgos extranjeros y apropiarlos desde una teatralidad local, y se realiza gracias al aporte del Fondo Iberoamericano de Ayuda Iberescena, que designó al proyecto, presentado por las directoras Luisa Ballentine y Lucila Piffer, como uno de sus ganadores en la versión 2008.
Dos elencos chilenos están a cargo del montaje de dos reconocidas piezas del teatro nacional argentino, “Los Albornoz. Delicias de una familia argentina”, de la Banda Teatral Los Macocos, y “Saverio el cruel”, de Roberto Arlt, montadas por las compañías La Factoría, dirigida por Marcos Belmar, y La Vieja Fresia, al mando de Javier Ibarra, respectivamente.
Asimismo, Sebastián Ricci y Carlos Ianni, argentinos, presentan “El Desvarío” de Jorge Díaz y “Monogamia”, de Marco Antonio de la Parra, como contrapropuesta; a la vez que Pablo Krögh mostrará, por primera vez en Buenos Aires, la premiada “El Quijote no existe”, también de Jorge Díaz. Lo propio harán los directores Armando Saire y Leonardo Odierna, con el montaje “Bengala”.

(A partir de mayo: acá el calendario)


domingo, 6 de abril de 2008

Sobre una noticia fantástica

Dos personas hipnotizan a la cajera y roban 500 euros de una oficina de cambio de divisas en Italia
EFE
ROMA

Dos ciudadanos italianos robaron 500 euros de una oficina de cambio de divisas del aeropuerto de Treviso (norte de Italia) tras hipnotizar a la cajera con "una pocas palabras cadenciosas" y repetidas de forma continuada, acompañadas de "una serie de gestos particulares", han informado medios locales.
Con esta técnica, lograron "inducir" a la cajera de la oficina, a la que pagaron una recarga de diez euros para el teléfono móvil con un billete de 500 euros, a que les diera no solo el cambio -es decir, 490 euros-, sino también el billete que le habían entregado en un primer momento.

"No me daba cuenta de lo que pasaba, no entendía nada, y esta persona logró inducirme a lo que hice sin que yo me percatara", ha declarado la empleada a medios locales. Según la policía, que detuvo a los dos presuntos ladrones en Nápoles, donde residían y se sospecha cometieron delitos similares, estos conseguían adormecer a sus víctimas, que permanecían aturdidas e inconscientes de sus actos mientras ellos les robaban o estafaban.

La captura se produjo tras un "despiste" de los hipnotizadores, que recargaron un teléfono móvil con una tarjeta de crédito cuyo robo había sido denunciado, lo que permitió a los agentes conocer el número de los presuntos delincuentes e identificarlos.
La policía sospecha que los detenidos, de 47 y 57 años, están detrás de varios delitos cometidos usando este tipo de técnicas en distintas zonas de Italia.

viernes, 4 de abril de 2008

Gospel

Caigo en esa vena sin brillo, humedecida
por crema de afeitar: imaginaba
un huerto con grumos de manzana
carozos en el suelo del patio y la voz
de mi abuelo
un termo metálico
un solcito pequeño
del lado de acá de la ventana. Él habla como si
invocara una momia, con el desasosiego
de quien toca todo lo que ve.

miércoles, 2 de abril de 2008

Si, estamos todos locos

Me entristece, pero no tengo posiciones concretas, inamovibles: siento que todo puede ser enmarcado en este vector (y por momentos me la creo y planto bandera) pero después ahondo en la otra parte del discurso, en el mecanismo retórico y las posiciones ideológicas de los huelguistas. Tengo una posición encontrada, divergente. Me falta información, ganas de pensar, ganas de discutir. Pero también es cierto que todo parece moverse debajo de la superficie, en una zona poco clara, en la cual el análisis debe orientarse tanto hacia los procesos históricos generados por el agro, los pormenores del aumento de las retenciones (me gustaría pensar en una distribución más equitativa de la renta nacional) o esta especie de lucha dialéctica entre distintas clases. Desde siempre me asusta mi enorme capacidad de funcionar como solvente, mi escaso apasionamiento: me encantaría ser de esos que levantan la voz en una sobremesa, para gritar a favor de la carta que estuvo circulando por todas partes, a causa de las lecturas poéticas organizadas por el gobierno de Macri o declamar posiciones a favor o en contra de la violenta medida de fuerza campestre. En estos días, además de interiorizarme y diluirme a la vez, estuve leyendo por puro placer no académico. Cosa rara y asombrosa que en verdad extrañaba mucho. Lo últimos libros, durante el verano, habían sido un poemario de Fabián Casas y sus Ensayos Bonsái. Ahora me atraganté con dos de los regalos de mi cumple: una obra de teatro de Javier Daulte y otra de Daniel Veronese. La segunda (Del maravilloso mundo de los animales: los corderos) en apariencia más profunda y virulenta, bordea extravagantes encuentros familiares con tópicos que susurran en voz no muy alta acontecimientos de la última dictadura. Ni mal ni bien, pero me aburre la recurrencia. Criminal, de Daulte, es una obra seudo policial, fantástica y desopilante, mordazmente psicoanálitica y con un ritmo patotero.
En otro orden de cosas: hoy tuve un rapto de imaginación extraño. Imaginé que me robaban, me hacia el valiente y me pegaban un tiro en la panza. Primero sentí que no estaría mal morirse de esa manera, que de pronto todo el cansancio se venía y ahí terminaba la cosa. Estaba bien. Después me di vuelta y me dije que quería vivir (mientras pasaba por la panadería pensando en comprar o no unas facturas) que todavía me faltaban bocha de cosas por hacer.
Ahí pasó algo raro: sentí nauseas, el balazo había sido en el estómago y no era anormal que empezara a vomitar. Eso me espantó. Después llamaba a mi viejo por celular, le decía que me estaba muriendo y que me viniera a buscar en la esquina del super de los chinos. Ahí terminaba el asunto.

sábado, 29 de marzo de 2008

Capsula de emoción

Hace un tiempo largo, una persona muy querida me mostró este video. La terrible hermosura (lagrimógena) se llama "Father and daughter" y es un trabajo con acuarela de Michael Dudok de Wit.

martes, 25 de marzo de 2008

Poema número I


No hay bondi ni milagro alguno
que arribe a esta densidad: la solución
es caminar sobre las huellas de los caballos
nunca la bosta
para aliviar el dolor de los talones;
un cazón llega desde su planicie marítima
puedo imaginarlo
buceando en círculos y arrumado
al color azul de las perlas:
a veces un espejo y el cielo
brindan la misma secuencia.

Y cuando la caña finalmente se agita
han transcurrido un segundo o meses o años
en perfecta y sistemática quietud
es válido preguntarse quién ha llegado acá a morir
como la sombra de un objeto constante
pero el mar
de proporciones colosales
es el verdadero relámpago.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Este es el año de la rata


Soy un Tilo en el horoscopo celta y mi ¿virtud? es la duda.

pd: acepto cualquier tipo de regalo!

lunes, 17 de marzo de 2008

Ya sale ( o salió)


Dig, Lazaruz, dig!
por Nick Cave and The bad seeds

Me dijeron hace poco

Hola señor Mandarina, ¿me convida uno de sus gajitos?


Y te juro que me caí de ternura.

viernes, 14 de marzo de 2008

10 razones para ver a Bob Dylan


1) Te vas a cenar hasta empacharte toda la voz y las gárgaras del viejo Cowboy.

2) Por que el Never Ending Tour es el rapto volador de alguien que no quiere ni puede volver atrás, la gira como un viaje ininterrumpido al no-retorno.

3) Modern Times es un discazo.

4) Si tenés más de cincuenta, es probable que discos como Blonde on Blonde o Highway 61 Revisted te hayan roto el alma.

5) Te vas a dar cuenta que a León Gieco no se le ocurrió de la nada eso de tocar la armónica y componer canciones sobre la libertad y la guerra.

6) Mierda, es Bob Dylan, jamás pensaste verlo en vivo.

7) Cuando suene Highway 61 Revisted, vas a ver miles de cabezas repletas de cáustica lunar agitándose, arriba abajo, arriba abajo.

8) Como se desprende de Foucault, vas a verificar que el aura perdida de los objetos estéticos recae en los grandes iconos populares (bueno, quería decir que leí ese artículo)

9) Tenés un miedo extraño de que la banda suene peor que nunca, que la voz de Dylan se quiebre o no se escuche una mierda, peor aún, que Bob sufra un infarto en el escenario, pero ¿sabes? Nada de esto va a pasar y va a ser un gran show.

10) Por que la estatura poética de Dylan le permitió emparejarse con grosos de la poesía yanqui, componiendo bestialidades como Fourth time around, Desolation row o Like a Rolling Stone (a veces no puedo creer la terrible modernidad de este tema)

miércoles, 12 de marzo de 2008

Al invisible (o no) lector puanesco

Parece que la materia "Problemas de Literatura Latinoamericana" que figura en el cronograma de la carrera de Letras en este primer cuatrimestre, representa la ruptura y posterior reunificación de la catedra primigenia fundada por David Viñas (si, de él estamos hablando) Acá, el entretejido del asunto, según María Iribarren.

martes, 11 de marzo de 2008

Ornamentos


El problema de escribir haciendo caso omiso a cualquier tipo de elipsis es que el texto se entorpece de comentarios redundantes. Para que aclarar que hacia un frío insoportable si ya dije que ellos dos se frotaban las manos delante del fuego. Esas cosas. De chico me sorprendía, por ejemplo, que los soldados, cuando hablaban por radio, dijeran “cambio” cada vez que terminaban su parlamento. ¿El interlocutor no se daba cuenta por la entonación cuando terminaba la pregunta?


Mi trabajo sobre literatura alcohólica se está complicando. Como me sucede cada vez que preparo un examen, me interesan más los datos coloridos, poco redundantes, que el lento aprendizaje- mediante repetición- de la bibliografía obligatoria. Scott Fitgerald chupaba, en sus últimos años, alrededor de 20 botellitas de cerveza diarias; Faulkner, quizá para no perder su ritmo literario, alrededor de 25 martinis. Dylan Thomas murió de una crisis etílica después de mandarse 18 wiskies por la garganta.


Acabo de pensar que doy la picture exacta del chabon al que no le importan demasiado las mujeres. Mi hermano está haciendo un despelote bárbaro desde las once, cinco o seis amigos, otras tantas femmes. Voy a buscarme unos sanguches de miga y apenas saludo, hola, que tal, me quedo hablando sobre la serie de Stargate un rato y si es esencial o no contar con una buena cintura para bailar salsa. En Stargate (la película, aclaro) se me mezcla cierta fascinación por el género fantástico con un recuerdo familiar: fue una de las dos o tres pelis que fuimos a ver en familia, hace mas o menos diez años, cuando el cine de los miércoles salía 3 mangos con 50. Pero volvamos: una de las chicas se me queda mirando como si fuera una aparición fantasmal a las cuatro y pico de la madrugada. La cocina está repleta de envases de cerveza y por la tele pasan un video de los Cafres. En un par de segundos recorro mentalmente un montón de episodios semejantes. Si. Doy esa pinturita exacta, como si estuviera pensando en otra cosa o tuviera siempre mejores cosas que hacer.


El sábado le saque lustre a mi faceta de eterno outsider durante el recital de Interpol en el Gran Rex, primero que nada, me sentí algo así como un cronista de la Rolling Stone que solo puede comentar estupideces. Por ejemplo, que los videos de leones o pumas deglutiendo sus presas era el contraste ideal ante el estático acting de los músicos. Que si fuera mina no podría enamorarme del cantante, casi seguro del bajista o el batero, por ejemplo. O que la manera de moverse de la primera guitarra me hacia acordar a Woody, el fenomenal vaquero de Toy Story.

viernes, 7 de marzo de 2008

Intrusiones

I

Una vez que abandono el pedalín de la bicicleta y el manubrio roto, me meto en la casa. Intento no hacer ruido, las chancletas adhiriéndose a la cerámica, la puerta vaivén, todo para no despertar a Lorena, pero ahí está, recién levantada, sacando las migas del mantel. Ella espera a sentirme cerca para darme un beso, uno de esos besos con mucho ruido, descaradamente pastoso, y me cuenta que tuvo un sueño terrible en el que la confundían con su abuela: su madre le repetía una y otra vez que debía de estar muerta mientras ella gritaba que no, no podía ser, la abuela era una mujer distinta. Yo me acordé entonces de la muerte de mamá, aquella vez, en el sanatorio, cuando le confesé que la quería mucho. Lo cierto es que tuve suerte, la mañana siguiente me avisaría mi hermano que la pulmonía la había matado durante la noche, no sufrió, aclaró mi hermano, no sufrió nada. En el sueño de Lorena no sucedía nada más, o por lo menos ella no recordaba, era su abuela y nadie lograba entender como no seguía enterrada en una fosa de la Chacarita.
Después del desayuno y una buena ducha fumo escuchando un disco de Led Zeppelin. Siempre he creído que The raing song es uno de los mejores temas de la historia. Afuera todo igual, triste y para la mierda. Lorena me recuerda que vienen sus padres en eso de las siete, me lo dice como si pudiera olvidarlo, pero si, lo olvidé por completo. En eso Fidel abre la puerta goteando mugre, empieza a joder, tiene hambre y se le nota horrores.
- Vení- dice Lorena- vení que te limpio las patas.
El perro ni cinco de pelota.


II

Sus viejos llegan puntuales. Hablan los dos demasiado, son simpáticos pero algo irritantes. Yo fabrico los comentarios justos y cada tanto me voy a pavear con Fidel, le pateo la panza jugando, le hago mimos. Sé que Lorena le tiene bronca a estas actitudes, ella sale a buscarme, ya casi está la cena, me dice. Cuando voy entrando la escucho. De golpe. Un grito corto, de esos gritos sin eco. Primero siento la cara de mi suegro buscándole el cuerpo a su hija. Después me doy vuelta sin entender por que tanto despelote, por que Lorena mira asqueada la boca del perro, por que su madre, la que en el sueño la creía muerta, dice sacalo, sacalo rápido. Entonces veo al pajarito y yo también me asusto. Una vez, a los quince, entré a mi pieza de madrugada y al prender la luz encontré a mi perra temblando, parada al lado de mi cama. La perra me miraba y entonces noté el vientre abierto y la sangre que chorreaba. La panza era un cráter que había explosionado desde dentro. Tardé unos segundos en reaccionar, el animal me buscaba triste mientras me iba llegando el olor podrido de la sangre y las entrañas. Aquella vez también grité antes de despertar a los viejos: un grito parecido a este, sorprendido, con poca fuerza, como si alguien lo tironeara hacia atrás como se sujeta una correa. Ahora mismo, no sé explicarme mejor, sobresale por la boca de Fidel la pata y un montón de plumas. Veo, como si estuviera en otro plano, la manera en que Lorena se estira y ante la retracción de Fidel apenas consigue quedarse con un pedazo de alita en la mano.
Yo pienso en un tenedor, algún cubierto, un sacacorchos para hundirlo en la boca del perro y revolear de un tirón, de izquierda a derecha, la porquería a mitad comer.
Cuando vuelvo de la cocina mi suegro está agarrando al perro de las patas traseras y Lorena, con cara de asco, le abre el hocico. Una vez que lo saca y el perro queda liberado, le salta encima y Lorena cae para atrás, en cámara lenta. “Se va a romper el cuello” me digo, pero cae de culo, a lo sumo se rompió el traste.
- ¡Salí boludo! ¡Salí de acá!
- ¡Hace algo!- me gritan, pero ni modo: Fidel salta y Lorena levanta al pájaro medio comido, lo mueve de un lugar a otro y el pájaro se va deshaciendo, tal cual, una locura, se va deshaciendo como una fina lámina de cartón mojado: primero la pata, después la cola, el cuello desarticulado que se tuerce hasta posiciones inverosímiles.
- Quedate quieta
- ¿Qué?
- Que te quedes quieta pelotuda, el pájaro, ¿no lo ves?
Pero Lorena no me entiende y yo de golpe me empiezo a reír, no puedo parar, me caigo de la risa y entre los ladridos es la madre de Lorena la que me escucha y me odia, la que piensa que me volví loco. Finalmente todo termina cuando mi suegro se acerca harto y mete un formidable puntapié en el trasero peludo de Fidel. Lo que ahora vuelve a quebrar el aire es otro gritito demente de Lorena al mirarse la mano, al arrojar al pasillo, cerca de la bicicleta, los restos apelotonados y desgarrados del animal.
Como una histérica abre de un tirón la puerta y entra en la cocina.
- Semejante despelote por un pájaro- le digo a mi suegro, recordando que tengo el sacacorchos brillante en la mano, casi como si quisiera asesinar a alguien.

lunes, 3 de marzo de 2008

La parte secreta de un paracaidas


A las seis de la mañana los gatos del Jardín Botánico se esconden debajo de los bancos o te miran pasar, con esos ojos manzanales de cerámica nocturna. Un gordo viene de frente escuchando una canción de Hilda Lizarazu. No se sabe si está triste o contento, mueve un poco la cabeza pero se nota que está compenetrado en el camino, como si fuera posible equivocar el paso y caer de pronto por una boca de subte. En realidad no está demasiado lindo para quedarse fumando a la intemperie, pero es así como la veo: algo como una comadreja del tamaño de un perro Schnauzer, bordeando un arbusto, arrastrando una cola de rata gorda y pesada. Me hecho hacia atrás hasta casi caerme con el cordón de la vereda. En realidad no se que es, digo comadreja gigante, pero mirando ahora las fotos a través del google, es imposible. ¿Una especie de mutación urbana? ¿Una cruza extraña entre gato y rata? Por Santa Fe vagan los coches como si buscaran una escapatoria de la luz o de Buenos Aires. El tiempo se hace lerdo, la velocidad no funda el olvido. Desaparecer no es sonreír, dice Charly, dice también el comienzo de un poema que escribí hace mucho. Me pregunto entonces que ocurre cuando se entrecruzan los ciclos, cuando algo del otro se empieza a permeabilizar despacito, como si un error de cálculo hiciera posible el entrecruzamiento de las franjas. Igual que en Cicatrices, esa maravillosa novela de Saer. ¿Qué sucede cuando la gente cambia y se nos tornan de pronto desconocidos? ¿O lo que cambia es nuestra consistencia, nuestra superficie? Camino hacia Borges, se que la tristeza y el malhumor son mas contagiosos que un bostezo. Mientras, Ocelote alondra de Buscaglia suena en las orejas.

viernes, 29 de febrero de 2008

Escondite

Guardo el tiempo en estuches para lentes
de plástico traslúcido e irrompible.
¿Por qué hay tantos en la casa?
En mi familia casi todos usamos anteojos
algunos para descansar la vista
como yo
o por miopía
o cataratas incurables
o astigmatismo
pero siempre hay mas estuches que lentes
en los cajones
vinieron de regalo
algunos con el nombre de la óptica y la almohadita protectora
Lutz Ferrando, año 2000, se lee
pero el pasado viene de antes
en forma de cordeles
estadíos submarinos
entre tanta mugre
puedo saber donde está esa cera
que depila todo lo que adolece
el petróleo de la siesta obligada
un boquete inmortal
contiene cascotes de queso
despintados

mi probable ceguera
en el futuro
no tendrá jamás antecedentes afectivos.

lunes, 25 de febrero de 2008

Monstruos


En el sueño se amontonaban animales semidormidos, gatos, perros, creo que algún toro o búfalo sobre un jardín sin césped, parecido al mío. Creo que lo inquietante era esa especie de sonambulismo invisible de las bestias. Además, yo intentaba diagramar mi sueño como una de esas ensoñaciones en clase de facultad o bondi, pero había elementos imposibles de digerir. Me ha ocurrido muchísimas veces: pretendo un tono rojizo, teniendo conciencia del imaginario, que todo esto es como intentar dibujar inútilmente las copas de los árboles (siempre me salen extremadamente flácidas o pomposas) En lugar del rojo, todo se vuelve sepia, ella no está, si está, algo sucede y se desvanece.
Soñé también con el capítulo en que Alf intenta llamar a su novia de Melmac. Después con algunos destinos exóticos. Me desperté preguntándome porqué ya no sueño con volar, aunque en realidad solo alcanzaba a levitar un poco para luego tropezarme con algo o venirme a pique. Siempre la angustia eterna de caer desde alturas superlativas. Quizá exista un periodo natural para ciertos sueños, como existen las etapas biológicas de los seres vivos que nos enseñaban en la escuela primaria: nacer, crecer, reproducirse y morir.

martes, 19 de febrero de 2008

When the deal goes down



En la quietud de la noche, en la antigua luz del mundo / Donde la sabiduría se abre paso a golpes / Mi cerebro desconcertado trabaja en vano / A oscuras por los senderos de la vida / Cada rezo invisible es una nube en el aire / El mañana sigue dando vueltas / Vivimos y morimos, no sabemos por qué / Pero voy a estar con vos cuando llegue el momento // Comemos y bebemos, sentimos y pensamos / Vagamos calle abajo / Río, lloro y me obsesiono / Por cosas que nunca deseé ni quise decir / La lluvia de medianoche sigue al tren / Todos llevamos la misma corona de espinas /Alma con alma, ruedan nuestras sombras /Y voy a estar con vos cuando llegue el momento // La luna da luz y brilla en la noche /Cuando apenas siento su ardor /Aprendemos a vivir y después perdonamos / En el camino que nos lleva /Son más frágiles que las flores estas horas preciosas / Que nos atan tan fuerte uno al otro / Llegás a mis ojos como una visión del cielo / Y voy a estar con vos cuando llegue el momento // Junté un flor, floreció en mi ropa / Seguí el arroyo ondulante / Oí el ruido ensordecedor, sentí alegrías pasajeras / Sé que no son lo que parecen / En estos dominios terrestres, llenos de desilusión y dolor / No me van a ver poniendo mala cara / Te debo mi corazón y esa es toda la verdad / Y voy a estar con vos cuando llegue el momento.

Traducción afanada al señor de abajo

domingo, 17 de febrero de 2008

Una mesa con cien mamuths

El futuro empieza en algún lado, dice la voz en off de la peli, mientras Kate Winslet se duerme junto a su hijo. Así termina la aventura no del todo fallida de Todd Field sobre los impulsos humanos y aquellos sentimientos que permanecen a la sombra, a veces violentamente proscriptos, indeseables o bellos. Así termina mi domingo, o comienza la madrugada del lunes. Me siento a escribir. Pero quiero volver, la salida del subte en Plaza de Mayo, ese violento germen de pánico o ansiedad, las dos cosas, hace tanto que no viajaba en el subte medio desolado de los sábados. Y también el miedo. Casi siempre me doy cuenta que estoy golpeando las rodillas después de varios minutos. No puedo parar. En la superficie escucho los bombos y me viene el olor de los choris. Alguien habla de una banda que viene desde Mendoza y arranca, de no se donde, la música de Karamelo Santo. Después de un rato enfilo para el Parque Lezama, no se bien a qué, descubrir, buscar, hacer algo. Hace tiempo que ando rellenando cada momento con lo que sea que surja. Para no estar conmigo a secas. Algo parecido. Pero me siento a escribir, encuentro un mensaje diciendo que el poemario es bonito, la parte doce increíble. Sonrío. Y sé que se me forman unos pequeños hoyuelos debajo de la barba. El primer cuento de Abelardo Castillo que leí, una mañana en La Plata en la que no pude pegar un ojo, que cerraba, a lo Castillo: hay cosas que jamás debieran escribirse. Entonces todo como un gran cuento de Hemingway, lo verdaderamente importante está ocurriendo en los márgenes de lo que se escribe. Ahora la sonrisa es forzada. Me voy a dormir.

viernes, 15 de febrero de 2008

El muchacho contorsionista

No tengo amigos, pero me llevo bien con los relámpagos.
De dónde quiero salir, adónde quiero llegar,
no lo sé. De la mañana hasta la noche
doy vueltas a lo mismo, como si poner un brazo aquí,
una pierna allá, me impidieran caer en el dolor...
No hay dolor para mí. Es importante que sepan
esto: no hay dolor. Y no entiendo a la gente que sigue quieta,
aferrada a lo mismo, o deja que las cosas continúen
en su lugar. Yo sueño con un cuerpo distinto
cada vez, y no me importa que sea el mío:
puedo pasar de lobo a niño, de elefante a cangrejo
en pocos segundos, haciendo pequeños arreglos.
Algunos piensan que lo mío no es flexibilidad
sino un error de base, como si me faltara un eje,
un punto de apoyo... Puede ser. Mi madre se horroriza
al verme, y mi padre se ríe, se divierte conmigo
como si dijera: Este muchacho... Sin ir más lejos
anoche tuve una pesadilla. Dormido y desnudo
en mi cama, cualquiera (¿se dan cuenta?) cualquiera
podía verme. Mi novia, incluso, que es muy posesiva
podía encerrarme en una cajita de fósforos
o esconderme tranquilamente en un dedal.


Osvaldo Bossi

miércoles, 13 de febrero de 2008

Imperdible

Peter Mairal es un as hablando de culos.

lunes, 11 de febrero de 2008

Arena

Sin ir más lejos, hace unos días, recupere mi faceta ambulante: en uno de esos impulsos se me antojó caminar los quince kilómetros que separan Mar Azul del faro Querandí. Quizás la expedición frustrada hasta el dique Los Alazanes, en Capilla del Monte, era síntoma de una deuda, la cosa es que caminé y caminé bajo un sol terrible hasta que se me pusieron colorados los talones. En el medio cierta nada absoluta de medanos, gaviotas, algún que otro tipo que buscaba la aleta movediza de los cazones (se dice que es zona esplendida para atrapar estos pequeños tiburones) Otro asunto: las cosas que uno visualiza, que aguarda, parecen alejarse con una perfección que da miedo. Asunto de ilusión óptica. El faro no es más que un propósito vertical que cuesta dos mangos la ascensión de sus 400 escalones (¿metáfora con el film de Truffaut?) encastrado en un bosquecito con olor a pino salvaje y oasis. Se comenta que el faro ondula cuatro centímetros en su punto más alto, lo que genera cierto éxtasis insignificante. Aprovecho mi descanso y ante el fracaso en mi intento de hacer dedo, emprendo despacito la vuelta. Busco caminar encima de las huellas de los caballos, esquivo el mar: cuando una ola baña la arena, podes ver como se refleja el cielo en la costa húmeda. Pegar un grito, ahí nomás, sin que nadie pueda oírte, es un acto de liberación lindísimo.


Blue moon

Ella te canta al oído

domingo, 10 de febrero de 2008

Gaseosas congeladas

Después de una semana en la costa, me despierto recién entrada la tarde con la imagen de mi último sueño: yo era Lucky, el personaje animalizado y sometido de la obra de Beckett. A priori no entreveo ningún paralelo con lo real, así que me quedo tirado, dando vueltas, pensando en el argumento de un cuento medio masoquista. Al levantarme descubro que la casa sigue siendo un despelote, todo huele a encierro, a humedad, hay una cucaracha muerta en el borde de la bañadera. Me pongo a ordenar mientras escucho un cede de Gal Costa. Mi vecino grita los goles de River, me importa un pito.

viernes, 1 de febrero de 2008

Las horas

Stephen Daldry, director de Las Horas, cuenta en los anexos que trae el dvd - una de esas escasas oportunidades en que la película viene acompañada con material valiosísimo y muy interesante- lo difícil que fue encontrar al pequeño Jack, la versión infantil de Ed Harris, especialmente porque la mirada de Ed tiene una afección muy particular. Daldry también explica como al chiquitín le narraban historias de hadas durante el rodaje, luego utilizaron esas expresiones durante el film: las causas de las reacciones, en el personaje, son bien distintas, pero el efecto es el mismo. ¿Qué es lo que hace que una expresión proveniente de la maravilla de una historia pueda pasar como un gesto de abandono o de tristeza? Se puede creer que esto solo ocurre en un plano distintivo al real, que es la dimensión que funda el cine. Pero quizás no sea así. Por que las miradas del pequeño Jack funcionan a la perfección sin que uno conozca su secreto. Mi hermano, por ejemplo, mayormente en su niñez, utilizaba prácticamente las mismas muecas para llorar que para reír. A veces uno no sabía, al principio, que es lo que iba a hacer. Esto le debe suceder a mucha gente. Daldry cuenta un montón de cosas copadas. Durante la famosa escena en que Virginia Woolf y su marido discuten en la estación de tren, cuando ella pretende viajar a Londres, Daldry explica que mantuvo separados a los dos actores durante todo el día de filmación, para así lograr que la tensión corporal y emotiva estallara en el momento del encuentro.
Una última cosa: desde que vi a Julianne Moore en Magnolia- y un poco después en su bellísimo papel de pornostar en la primer película de Anderson, Boggie Nights- se convirtió en mi actriz preferida. Literalmente me partió el bocho. De la belleza de Nicole Kidman no hay mucho que agregar. Pero en la entrevista, cuando las tres actrices de la peli comparten sillón, es Meryl Streep la que les pasa el trapo a las otras dos. Mientras Julianne y Nicole están recontra producidas, Meryl se pasea con cero maquillaje y con una colita en el pelo. Hermosísima. Creo que siempre tuve debilidad por esa clase de sencillez.